jueves, marzo 20, 2008

Juan Salvador Gaviota - Richard Bach

Hasta hace un rato no pensaba en escribir sobre este libro, es más, ni siquiera me acordaba de él, que lo hubiera leído o que lo tenía en mi biblioteca. Pero fuí a guardar el de Julian Barnes que no hace mucho leí y pasando la vista por esa parte del estante lo ví. Algo me hizo extraerlo de su sitio, sacudirle el polvo que había acumulado y hojearlo un rato. Entonces recordé.

Hace muchos años atrás, probablemente más de los que varios de los lectores de este blog han vivido, me prestaron este libro y me gustó. Bueno, decir que me gustó es poco. ¿Recuerdan cómo es leer una historia conocida pero con otro ropaje, bajo otra perspectiva, con nuevos elementos que la acercan más a uno? Bueno, algo así sentí. Yo era joven e impresionable por cierto, inclinado hacia el lado espiritual de la vida antes que hacia lo material. Pero no creo que se haya debido sólo a eso el que el libro me haya gustado tanto. No. Lo he estado releyendo y ¿Saben qué? me sigue emocionando.

La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.

Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando.

No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturas inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en el aire más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una estela plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinámico gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres se desanimaron aún más.

-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres más que hueso y plumas!
-No me importa ser hueso y plumas, mamá. Sólo pretendo saber qué puedo hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo saberlo.

-Mira, Juan -dijo su padre, con cierta ternura-. El invierno está cerca. Habrá pocos barcos, y los peces de superficie se habrán ido a las profundidades. Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, ¿sabes? No olvides que la razón de volar es la comida.

Juan asintió obedientemente. Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas; lo intentó de verdad, trinando y batiéndose con la bandada cerca del muelle y los pesqueros, lanzándose sobre un pedazo de pan y algún pez. Pero no le dió resultado.

Es todo inútil, pensó, y deliberadamente dejó caer una anchoa duramente disputada a una vieja y hambrienta gaviota que le perseguía. Podría estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. ¡Había tanto que aprender!
La edición original de Juan Salvador Gaviota data de 1970, Richard Bach ha publicado varios más, todos relacionados con el vuelo y/o la espiritualidad. En estos tiempos en que hay tantos libros que pretenden decir algo nuevo sobre esto último, creo que la historia que Bach nos plantea, sin ser demasiado original en lo básico, conserva después de tantos años, la frescura y la fuerza de lo que su autor quiso comunicarnos.

Para los interesados hay una versión on line del mencionado libro acá. La foto del libro la saqué de la web de la Revista Conocer.

Pd. - Yo no quise escribir sobre este libro, el libro quiso que escribiera sobre él. ¿Quien soy yo para negarme? pero ¿Cuál ha sido la intención final al hacerme tomarlo luego de tantos años? ¿Quién el anónimo lector que necesita leerlo en este o en un futuro momento? ¿Podemos descifrar a donde nos lleva cada paso que damos? Yo no, tan sólo puedo imaginármelo, como tan sólo puedo imaginar lo que sería volar... con mis propias alas, literalmente.

5 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

yo lo lei cuando era chico y me gustó, creo que deseo volverlo a leer ahora que soy grande, ese libro decía mucho entre líneas

Milton Ramirez dijo...

Vaya que hace algunas decenas de meses que leí ese libro, imagina que tenia lago asi como 18. Agradecido que hayas decidido escribir algo al respeco y adjuntes ese "pd". Saludos!

Juan Arellano dijo...

Parece que sigue siendo un libro que se lee a temprana edad. Saludos amigos.

El Doc dijo...

Junto con El Principito y El Profeta, es uno de mis libros de cabecera.

Opinion Publica dijo...

Lo importante aqui es la intensión de unidad entre espiritu y materia, el control que la gaviota logra sobre la proyección de su existencia tridimensional a través del control de su propia mente (imaginación). Lean el Kybalion y encontrarán similitudes esenciales.