sábado, marzo 15, 2008

Inglaterra, Inglaterra - Julian Barnes

Como decía en un post anterior, me llevé este libro en un reciente viaje que hice y lo estuve leyendo de a pocos ahí. Creo que fue la mejor opción, pues no es una novela tipo best seller, de las que se suele decir tienen una lectura "trepidante", sino que induce a una lectura reflexiva y pausada, como para meditar sobre las ideas y conceptos que el autor desarrolla.

Julian Barnes era un escritor del cual quería leer algo hace ya buen tiempo, y es con esta novela que logro acercarme a su obra. No me ha decepcionado lo que he encontrado y espero seguir disfrutando de sus libros. Inglaterra, Inglaterra (England, England) fue editada originalmente en el año 1998. La edición que tengo es en el sello quinteto del grupo Anagrama, fue editada en noviembre del 2002 y consta de 380 páginas en formato bolsillo. Está estructurada en tres partes:
Inglaterra
Inglaterra, Inglaterra y
Anglia

Martha Cochrane es el personaje alrededor del cual está armado el libro, de hecho la primera parte es sobre su niñéz y juventud. La segunda es sobre su participación en la empresa que desarrolla el parque temático Inglaterra, Inglaterra. Y la tercera sobre su regreso a la Inglaterra real, ahora Anglia, muchos años después. ¿Qué es Inglaterra, Inglaterra? El parque temático concebido por Sir Jack Pitman que intenta reemplazar a la auténtica Inglaterra. Poniendo todos sus atractivos, todo lo que la hace conocida, famosa y visitada, en un sólo lugar, de fácil acceso y recorrido por parte de los turistas. Pero por si eso fuera poco, aspira a más, a convertirse en un estado independiente, en la verdadera Inglaterra.

Usando como pretexto esta trama y personajes, Barnes despliega una serie de teorías sobre diversos aspectos del comportamiento humano: la forma cómo elaboramos y construimos lo que llamamos recuerdos, la realidad de lo que vemos como relaciones sentimentales y varias más, pero sobre todo Barnes trata el asunto de la realidad y la copia, si es posible que lo simulado sea mejor que lo auténtico. Un tema algo Dickiano, por cierto, aunque desde un enfoque bastante diferente. Para que tengan una idea de cómo Barnes desliza las teorías de las que les hablo, copio un extracto de una parte del libro.

Martha se rió de buena gana, y posó la mano en el brazo del Dr. Max. Él se estremeció ligeramente. Ella se rió de nuevo.
-Dígame, ese pequeño temblor de su brazo. ¿Ha sido artificioso?
-P-ero qué cí-nica, señorita Cochrane. De la misma manera, yo podría preguntarle si su pregunta lo era. Pero en cuanto a mi temblor, sí, ha sido artificioso en la medida en que es una reacción aprendida y deliberada a un gesto concreto..., entiéndame, no me lo he tomado como una ofensa. No es una reacción que haya tenido en mi cochecito de niño. Puede que, en algún periodo jurásico de mi desarrollo sicológico, lo haya elegido, seleccionado de entre el gran catálogo de reacciones que se vende por correo. Puede que lo haya comprado hecho. Puede que lo haya fabricado artesanalmente. Sin descartar que lo haya robado. La mayoría de las personas, en mi opinión, roban gran parte de lo que son. Si no lo hicieran, de qué mala calidad serían. Usted también está fabricada, a su estilo menos... brioso, sin ánimo de faltarle.
-¿Por ejemplo?
-Por e-jemplo, esta pregunta. Usted no responde "no, imbécil" o "sí, don sabio", sino que se limita a decir: "¿por ejemplo?". Se repliega. Mi observación, y lo digo en el contexto, señorita Cochrane, del aprecio que le tengo, es que usted participa activamente, pero de una forma estilizada, interpretando el papel de mujer sin ilusiones, lo cual es una manera de no participar, o guarda un silencio provocativo, animando a los demás a que hagan el ridículo. Y conste que no estoy en contra de que la gente exhiba su estupidez. Pero de un modo u otro, usted no se presta a examen ni, aventuraría, al contacto.
-¿Me está echando los tejos, Dr. Max?
-Es e-xactamente lo que quiero decir. Cambia de tema, hace una pregunta, evita el contacto.
Martha se calló. No hablaba así con Paul. La suya era una intimidad normal, cotidiana. Aquello también era intimidad, pero adulta, abstracta. ¿Tenía algún sentido? Intentó pensar en alguna pregunta que no fuese una forma de evitar el contacto. Siempre había pensado que hacer preguntas era ya una forma de contacto. Dependía de las respuestas desde luego.
Y bueno, como dije antes, el libro me gustó, y hay más que lo que brevemente reseño. Quizás no sea del gusto de muchos pero vale que le den una oportunidad. Nunca está demás aventurarse por otras orillas de la literatura.

En este post Inglaterra, Inglaterra (Julian Barnes) (Vender el pasado) un pequeño extracto del libro. Varios extractos en este otro post: “Inglaterra, Inglaterra” by Julian Barnes. Una opinión sobre el libro aquí. Y otra muy interesante acá. En esta entrevista de 1999 Barnes habla sobre Inglaterra, Inglaterra. Tampoco está demás sugerir la lectura de este post mío del 2005 sobre Barnes con una entrevista copypasteada.

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