martes, febrero 12, 2008

Extrañas semejanzas

Hay situaciones que guardan cierta semejanza con otras, que aunque tengan diferentes motivaciones y objetivos, la similitud de las acciones empleadas para realizarlas o hechos que suceden en su contexto hace que recuerden a esas otras, básicamente distintas pero ambiguamente similares.

Un familiar me contaba de la disyuntiva en la que se encontraba, postuló para un puesto de trabajo y lo consiguió, firmó el contrato correspondiente pero las labores no empezarían sino hasta dentro de tres meses. Eso fue en diciembre. En el interín se consiguió un trabajito para poder mantenerse dichos tres meses... pero oh sorpresa, le acaban de decir que quieren que se quede, le ofrecen una substantiva mejora de posición laboral y salarial, la cual supera a la del trabajo que ya ha firmado contrato. Ahora tiene que pasar por el trámite de decirle a ese primer trabajo que ya no, que encontró algo mejor. Y esperar que la letra pequeña no lo penalice por incumplimiento de contrato.

Charlando al respecto comentábamos que la situación se parecía a tener que decirle a una novia que ya fue, que a pesar que le habíamos dado nuestra palabra, ahora había otra, mejor. Obviamente las situaciones no son comparables (¿O si?), pero vaya que se parecen. En ambos casos hay confianza de por medio y luego una de las partes sale con una nueva relación que obliga a romper con la primera. ¿O se podrian mantener las dos a la vez? Difícil, sobre todo por que las dos son exigentes... laboralmente hablando por supuesto.

La otra situación me pasó a mi, y es un poco mas subjetiva. Resulta que una de las chicas de las tiendas renunció por motivos familiares y tuve que buscar un reemplazo. Las primeras opciones que barajé fallaron en el camino y andaba en esas cuando almorzando en uno de los restaurantes que frecuento reparé en la chica que me atendía, lo estaba haciendo bien, asi que me puse a observarla, era rápida, atenta, daba opciones a los dudosos, no se ponía nerviosa y por otro lado no tenia mala presencia tampoco. Ahí estaba yo analizando su performance cuando me di cuenta que me estaba mirando y me sonreía... Oooops ¿malentendidos a la vista? Bajé la profundidad de mi análisis pero no cambié la decisión, cuando se acercó a retirar los platos me mandé y se lo propuse. Me miró un poco raro al principio pero luego me dijo si podía esperarle a la hora que salía para que le explicara mejor. Cuando regresó con la cuenta le di en un papel la dirección de la tienda para que ella fuera allá. Lo leyó y se lo guardó, nada discretamente, entre su truza y su piel, mientras me decía "En la noche voy por ahí ¿estarás?".

Creo que no necesito explicar la semejanza de esta situación con un flirteo. Es cierto que este tipo de reclutamiento laboral no es muy usual que digamos, así que la similitud de las situaciones se debe dar mucho menos que en el caso anterior, pero ahí está pues, sucede. No pude evitar sentir que estaba afanando a la chica. Y que ella coqueteaba conmigo. Hasta me sentí infiel. Verdaderamente uno nunca sabe en que momento una situación normal puede conducirte a una ni siquiera imaginada.


La imagen de la mesera (que no se parece en nada a la de la historia) fue obtenida de Zen00cero de Flickr y usada bajo licencia CC.

1 comentario:

Dinorider d'Andoandor dijo...

creo su mensaje fue mas que obvio

y te hizo el ... mejor no pregunto

no pregunté

lalalalalaa