Más que su música me gustan sus letras, que más que letras son poesías. Llegué a Bob Dylan hace muchos años, si no hubiera sido por Graciela (Zeppy) nunca quizás me hubiera interesado en él. Por ella las leí, por ella las traduje, por ella conseguí tantos de esos discos casi aburridones de escuchar si no sabes qué es lo que te cuentan. Hace un tiempo posteaba sobre la edición de una obra crítica sobre sus letras: Dylan´s Visions of Sin, y recientemente lo he citado por ahí casi sólo de puro gusto. Hoy leo en Caretas: Dylan lo que Dylan, un artículo sobre la edición del primer tomo de su autobiografía: Chronicles Vol. I que referencia a una entrevista dada por Dylan a David Gates para Newsweek y que tiene versión castellana en Newsweek en español. Ahora sólo queda esperar a que se traduzcan ambos libros ... ¿Será mucho pedir?.
Todo empieza con un escenario familiar: Nueva York. Un Dylan menor de edad da un portazo al sedan Impala del 57’ que lo llevó a través de tres estados, 24 horas de viaje, hace adiós con la mano y se queda parado solo en la nieve. Era el invierno del 61 pero en Greenwich Village el mundo ardía. "Al fin estaba ahí, —escribe— en Nueva York, una ciudad tan intrincada de entender que yo ni siquiera pensaba intentarlo. Estaba ahí para encontrar cantantes, aquellos a los que había escuchado en los discos —Dave Van Ronk, Peggy Seeger, Ed McCurdy, Brownie McGhee y Sonny Ferry, Josh White, The New Lost City, Reverend Gary Davis y otros tantos— pero sobre todo, quería encontrar a Woody Guthrie. Nueva York, la ciudad que moldearía mi destino. La Gomorra moderna. Estaba al inicio de todo pero no era, en sentido alguno, un neófito." (De Caretas).
Desde su perspectiva, la fama no sólo ha distorsionado su vida, sino también su arte y al responder a la situación con un nuevo estilo musical que pretende frustrar expectativas, él mismo queda perplejo. "No sabía lo que hacía. Todo se basaba en la reputación, la cual por supuesto reditúa cierta cantidad, pero nos quita el control. Y hasta que recuperamos el control, nunca se sabe si estamos haciendo lo correcto. Al menos así fue en mi caso. De modo que, durante algún tiempo, me dejé seducir por la fama de que hablamos. Pero aquello fue como un globo lleno de aire y no vi que se me iba de las manos hasta que lo perdí". ¿Y cuánto tiempo duró esta situación? "Hablando artísticamente, debió comenzar alrededor de la época de Woodstock —no en lo personal, sino públicamente— y duró hasta el lanzamiento de ‘Time Out of Mind". Hago un esfuerzo por mantener la boca cerrada. Está hablando de los 25 años que condujeron a "Blood on the Tracks", "Slow Train Coming", "Shot of Love", "Infidels" y sus sublimes tomas falsas y… no. Me niego a discutir con el hombre que posee lo que realmente tiene valor. Tomo un sorbo de mi taza. Es de porcelana. Como yo no soy Bob Dylan, no tengo problemas para ir al restaurante al final del pasillo, aunque el café sigue corriendo por cortesía de la casa. (De Newsweek)
Todo empieza con un escenario familiar: Nueva York. Un Dylan menor de edad da un portazo al sedan Impala del 57’ que lo llevó a través de tres estados, 24 horas de viaje, hace adiós con la mano y se queda parado solo en la nieve. Era el invierno del 61 pero en Greenwich Village el mundo ardía. "Al fin estaba ahí, —escribe— en Nueva York, una ciudad tan intrincada de entender que yo ni siquiera pensaba intentarlo. Estaba ahí para encontrar cantantes, aquellos a los que había escuchado en los discos —Dave Van Ronk, Peggy Seeger, Ed McCurdy, Brownie McGhee y Sonny Ferry, Josh White, The New Lost City, Reverend Gary Davis y otros tantos— pero sobre todo, quería encontrar a Woody Guthrie. Nueva York, la ciudad que moldearía mi destino. La Gomorra moderna. Estaba al inicio de todo pero no era, en sentido alguno, un neófito." (De Caretas).
Desde su perspectiva, la fama no sólo ha distorsionado su vida, sino también su arte y al responder a la situación con un nuevo estilo musical que pretende frustrar expectativas, él mismo queda perplejo. "No sabía lo que hacía. Todo se basaba en la reputación, la cual por supuesto reditúa cierta cantidad, pero nos quita el control. Y hasta que recuperamos el control, nunca se sabe si estamos haciendo lo correcto. Al menos así fue en mi caso. De modo que, durante algún tiempo, me dejé seducir por la fama de que hablamos. Pero aquello fue como un globo lleno de aire y no vi que se me iba de las manos hasta que lo perdí". ¿Y cuánto tiempo duró esta situación? "Hablando artísticamente, debió comenzar alrededor de la época de Woodstock —no en lo personal, sino públicamente— y duró hasta el lanzamiento de ‘Time Out of Mind". Hago un esfuerzo por mantener la boca cerrada. Está hablando de los 25 años que condujeron a "Blood on the Tracks", "Slow Train Coming", "Shot of Love", "Infidels" y sus sublimes tomas falsas y… no. Me niego a discutir con el hombre que posee lo que realmente tiene valor. Tomo un sorbo de mi taza. Es de porcelana. Como yo no soy Bob Dylan, no tengo problemas para ir al restaurante al final del pasillo, aunque el café sigue corriendo por cortesía de la casa. (De Newsweek)
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