Otra vez tocó que sea domingo de reciclaje; éste post fue publicado el 11 de febrero del 2005 en Surfing el Amazonas, y trata sobre una de las zonas más conocidas y pobres de Iquitos.
En algún momento se le pretendió llamar así (la Venecia peruana, o la Venecia del Amazonas) a éste barrio de Iquitos, pero nada mas lejos de la realidad. Si bien comparten el hecho de estar construidas sobre el agua no tienen punto de comparación. Sin alabar ni menospreciar a nadie claro. El Comercio publica una crónica de Miguel Ángel Cárdenas sobre este pedacito de nuestro pais.
Es el distrito más pobre de la Amazonía. En su zona alta es una ciudad-mercado calificada por el Indeci como una bomba de tiempo y en su zona baja, sobre el río Itaya, es una ciudad-pecera que soporta un mortal 90% de contaminación. En Belén la mesa no está servida. Pero las aguas sí: servidas para las enfermedades públicas y la mortandad infantil. Algo se pudre a quince minutos en mototaxi de la ciudad de Iquitos: el 90% de las aguas del río Itaya, el líquido-cimiento de Belén.
Este es un distrito de 830 hectáreas semiinundables, cuyas casas viven siempre en baño María. Estas son fabricadas de madera, generalmente de 7 metros de largo por 5 de ancho, con techo de hojas de irapay o yarina a dos aguas que hacen frente a las lluvias, los vientos y la famosa inundación de marzo a junio: meses sobre el torrente en precarias plataformas que se alzan a tres metros de la superficie, sostenidas por horcones. Plantados como cuartos del arca de Noé existen 'minimarkets', tragamonedas, colegios como el San Francisco de Asís, una iglesia católica de color de la cocona, una iglesia pentecostal de color carambola, una fábrica de hielo, talleres de mecánica, aserraderos y grifos que botan desaguisadamente sus residuos. También bares y 'nigth clubs' exclusivos para gays. Aquí todos aprenden a navegar en botes desde pequeños. Las barcas de siete metros -capaces de cargar tonelada y media de peso- son 'tronco-móviles' que transportan también constante madera y plátanos en esta ciudad que alguna vez compararon con Venecia, pero que -sin crudeza- es más una mezcla de La Parada con Marbella. A tres cuadras de su puerto principal hay un letrero que dice: "Prohibido pescar, aguas contaminadas". Frente a este cartel, un señor enjuto, de tos en pecho, anhela pescar algún sábalo o boquichico: "para dar de comer a mi familia".
Belén es una ciudad demasiado material: en la que el material rústico no soporta al material noble y en cuyas heridas nadie ha desinfectado la materia. Los baños son silos que descargan en el propio río. Una señora que rema con sus dos hijos come un mango y lo bota a las mismas aguas en que sus niños se arrojan para jugar y donde un pescado mutante que los pobladores apodan 'badre' se alimenta de los desechos. La gente cría gallos y chanchos cuyas deyecciones terminan en el mismo lugar. Belén parece sufrir de gastritis terminal. Las burbujas del agua recalentada por el sol de 40 grados se mezclan con el plástico de las gaseosas que la gente bota a mansalva. No hay cálculos de esta masa contaminante, pero no se puede nadar tres metros sin chocar con alguno.
La basura de la zona de Sachachorro es apocalíptica. El bestial olor convierte un ambiente de unos cien metros en una cámara de gas. El aire servido y las ganas de vomitar hacen imposible continuar. A lo lejos todavía puede atisbarse un kilómetro más de casas al costado de titánicos despojos flotantes en estanques. "La gente bota la basura desde puentes de la ciudad. Tengo 12 años aquí y cada vez está peor. Mi hijita de 11 años tiene dolores de cabeza por el dengue, antes ya tuvo cólera", reclama Giovana Rengifo Núñez, quien enjabona y baña a uno de sus hijos desnudo a unos metros de un montículo hediondo. Luego soba y restriega ropa en una tina y echa la lavaza al agua. Los medios nos ocupamos del mosquito del dengue cuando 'viaja' a Lima, pero en Belén hace décadas que el bicho vampiriza a la población, con sadismo. El contagio de malaria ya parece masoquismo. Por lo menos trece niños en una cuadra de Sachachoro tenían fiebre y mucosidades. Aquí la gripe sigue siendo una peste. El camión de la basura solo se atreve a pasar por tierra firme. Se puede acusar la negligencia del Estado, pero también la de la misma población. Si bien es un problema de ignorancia y miseria, lo mismo que en Lima el tirar basura a la calle, también es un suicidio del sentido de sobrevivencia y continuidad de la especie: ensuciar para ensuciarse (hasta morir).
A la entrada del caserío de San Andrés hay un letrero demagógico de un candidato político: "Por un Belén moderno", al costado de un árbol de la yuca. Tras él ya no hay alumbrado público. Una casa por aquí cuesta 200 soles. El calor de 38 a 40 grados aplana los sentidos. El desagüe de San Juan recibe a los visitantes. Es el cuarto de los nueve que inundan Belén con el detritus de Iquitos. Y su alcalde, Carlos Lozano, lo admite: "No tenemos datos estadísticos ni existen análisis de aguas, ni medición ni diagnóstico. Y tampoco hemos podido implementar sistemas de desagües, aunque los desechos bajen de caños colectores de la zona alta. Necesitamos un proyecto de cooperación internacional". Lo que sí parece hacer es campañas de vacunación constante contra las denodadas enfermedades infecciosas, respiratorias, de parásitos y a la piel. La población de niños y adolescentes se calcula en 23 mil, y casi ninguno se libra de la anemia.
Todavía nadie dice con todas sus palabras que Belén ya sufre de contaminación crónica; y que se encuentra en emergencia, no declarada aún, de salubridad. Mientras tanto, al atardecer, el crepúsculo adquiere una belleza desalmada, que acompaña la llegada de los delincuentes y drogadictos de la zona alta, en casas tugurizadas que se incendian con facilidad, ante la indiferencia inmemorial de las autoridades elegidas. Un cartel cerca de un antro reza: "Prohibido votar basura" (sic).
En los más de dos años transcurridos desde la publicación de esta nota la situación no ha cambiado mucho, hay otro alcalde pero... Hasta donde se dice la venta del cuartel Vargas Guerra para convertirlo en mercado y puerto podría mejorar la situación del distrito, pero no tengo noticias de que se concrete. Mientras tanto, Belén parece interesarle mas a los extranjeros que a los peruanos, encuentro bastantes posts en blogs en inglés sobre viajes a Iquitos y Belén siempre es mencionado, algunos de estos bloggers son misioneros de las iglesias protestantes norteamericanas que abundan en Iquitos. Ah, desactivé el enlace a la nota original pues ya no exite.
En el post The Slums of Belen (Los tugurios de Belén) hay 35 fotos que les pueden dar una idea aproximada del barrio. Por la parte peruana, en el post Belen: La otra cara de Paco Bardales encontrarán un reportaje televisivo de hace unos meses sobre Belén. Sobre lo del Cuartel y Mercado de Belén, Jaime Vázquez opina aquí, y Rubén Manrique pone un artículo aparecido en Ileperú acá. En plan de viaje Rolly Valdivia nos cuenta sus aventuras por Belén y otros sitios en De Iquitos su Aventura (Parte III). Y si se trata de fotos, en Flickr encontrarán un shunto (montón). Las fotos usadas para éste post fueron obtenidas de Flickr y usadas bajo una licencia Creative Commons.
Es el distrito más pobre de la Amazonía. En su zona alta es una ciudad-mercado calificada por el Indeci como una bomba de tiempo y en su zona baja, sobre el río Itaya, es una ciudad-pecera que soporta un mortal 90% de contaminación. En Belén la mesa no está servida. Pero las aguas sí: servidas para las enfermedades públicas y la mortandad infantil. Algo se pudre a quince minutos en mototaxi de la ciudad de Iquitos: el 90% de las aguas del río Itaya, el líquido-cimiento de Belén.
Este es un distrito de 830 hectáreas semiinundables, cuyas casas viven siempre en baño María. Estas son fabricadas de madera, generalmente de 7 metros de largo por 5 de ancho, con techo de hojas de irapay o yarina a dos aguas que hacen frente a las lluvias, los vientos y la famosa inundación de marzo a junio: meses sobre el torrente en precarias plataformas que se alzan a tres metros de la superficie, sostenidas por horcones. Plantados como cuartos del arca de Noé existen 'minimarkets', tragamonedas, colegios como el San Francisco de Asís, una iglesia católica de color de la cocona, una iglesia pentecostal de color carambola, una fábrica de hielo, talleres de mecánica, aserraderos y grifos que botan desaguisadamente sus residuos. También bares y 'nigth clubs' exclusivos para gays. Aquí todos aprenden a navegar en botes desde pequeños. Las barcas de siete metros -capaces de cargar tonelada y media de peso- son 'tronco-móviles' que transportan también constante madera y plátanos en esta ciudad que alguna vez compararon con Venecia, pero que -sin crudeza- es más una mezcla de La Parada con Marbella. A tres cuadras de su puerto principal hay un letrero que dice: "Prohibido pescar, aguas contaminadas". Frente a este cartel, un señor enjuto, de tos en pecho, anhela pescar algún sábalo o boquichico: "para dar de comer a mi familia".
Belén es una ciudad demasiado material: en la que el material rústico no soporta al material noble y en cuyas heridas nadie ha desinfectado la materia. Los baños son silos que descargan en el propio río. Una señora que rema con sus dos hijos come un mango y lo bota a las mismas aguas en que sus niños se arrojan para jugar y donde un pescado mutante que los pobladores apodan 'badre' se alimenta de los desechos. La gente cría gallos y chanchos cuyas deyecciones terminan en el mismo lugar. Belén parece sufrir de gastritis terminal. Las burbujas del agua recalentada por el sol de 40 grados se mezclan con el plástico de las gaseosas que la gente bota a mansalva. No hay cálculos de esta masa contaminante, pero no se puede nadar tres metros sin chocar con alguno.
La basura de la zona de Sachachorro es apocalíptica. El bestial olor convierte un ambiente de unos cien metros en una cámara de gas. El aire servido y las ganas de vomitar hacen imposible continuar. A lo lejos todavía puede atisbarse un kilómetro más de casas al costado de titánicos despojos flotantes en estanques. "La gente bota la basura desde puentes de la ciudad. Tengo 12 años aquí y cada vez está peor. Mi hijita de 11 años tiene dolores de cabeza por el dengue, antes ya tuvo cólera", reclama Giovana Rengifo Núñez, quien enjabona y baña a uno de sus hijos desnudo a unos metros de un montículo hediondo. Luego soba y restriega ropa en una tina y echa la lavaza al agua. Los medios nos ocupamos del mosquito del dengue cuando 'viaja' a Lima, pero en Belén hace décadas que el bicho vampiriza a la población, con sadismo. El contagio de malaria ya parece masoquismo. Por lo menos trece niños en una cuadra de Sachachoro tenían fiebre y mucosidades. Aquí la gripe sigue siendo una peste. El camión de la basura solo se atreve a pasar por tierra firme. Se puede acusar la negligencia del Estado, pero también la de la misma población. Si bien es un problema de ignorancia y miseria, lo mismo que en Lima el tirar basura a la calle, también es un suicidio del sentido de sobrevivencia y continuidad de la especie: ensuciar para ensuciarse (hasta morir).
A la entrada del caserío de San Andrés hay un letrero demagógico de un candidato político: "Por un Belén moderno", al costado de un árbol de la yuca. Tras él ya no hay alumbrado público. Una casa por aquí cuesta 200 soles. El calor de 38 a 40 grados aplana los sentidos. El desagüe de San Juan recibe a los visitantes. Es el cuarto de los nueve que inundan Belén con el detritus de Iquitos. Y su alcalde, Carlos Lozano, lo admite: "No tenemos datos estadísticos ni existen análisis de aguas, ni medición ni diagnóstico. Y tampoco hemos podido implementar sistemas de desagües, aunque los desechos bajen de caños colectores de la zona alta. Necesitamos un proyecto de cooperación internacional". Lo que sí parece hacer es campañas de vacunación constante contra las denodadas enfermedades infecciosas, respiratorias, de parásitos y a la piel. La población de niños y adolescentes se calcula en 23 mil, y casi ninguno se libra de la anemia.
Todavía nadie dice con todas sus palabras que Belén ya sufre de contaminación crónica; y que se encuentra en emergencia, no declarada aún, de salubridad. Mientras tanto, al atardecer, el crepúsculo adquiere una belleza desalmada, que acompaña la llegada de los delincuentes y drogadictos de la zona alta, en casas tugurizadas que se incendian con facilidad, ante la indiferencia inmemorial de las autoridades elegidas. Un cartel cerca de un antro reza: "Prohibido votar basura" (sic).
En los más de dos años transcurridos desde la publicación de esta nota la situación no ha cambiado mucho, hay otro alcalde pero... Hasta donde se dice la venta del cuartel Vargas Guerra para convertirlo en mercado y puerto podría mejorar la situación del distrito, pero no tengo noticias de que se concrete. Mientras tanto, Belén parece interesarle mas a los extranjeros que a los peruanos, encuentro bastantes posts en blogs en inglés sobre viajes a Iquitos y Belén siempre es mencionado, algunos de estos bloggers son misioneros de las iglesias protestantes norteamericanas que abundan en Iquitos. Ah, desactivé el enlace a la nota original pues ya no exite.
En el post The Slums of Belen (Los tugurios de Belén) hay 35 fotos que les pueden dar una idea aproximada del barrio. Por la parte peruana, en el post Belen: La otra cara de Paco Bardales encontrarán un reportaje televisivo de hace unos meses sobre Belén. Sobre lo del Cuartel y Mercado de Belén, Jaime Vázquez opina aquí, y Rubén Manrique pone un artículo aparecido en Ileperú acá. En plan de viaje Rolly Valdivia nos cuenta sus aventuras por Belén y otros sitios en De Iquitos su Aventura (Parte III). Y si se trata de fotos, en Flickr encontrarán un shunto (montón). Las fotos usadas para éste post fueron obtenidas de Flickr y usadas bajo una licencia Creative Commons.
3 comentarios:
terrible es que a pesar de pasar tiempo desde que lo publicaste las cosas sigan igual
la pobreza y los mafiosos que se aporvechan de ella son una gran opiedra en el zapato
es una barbaridad que aun carezcamos de recursos para mejorar las cosas en el Peru
Dino: Los problemas de esa zona son innumerables, y las autoridades son el principal creo.
Gabriel: Dicen que ahora hay recursos, pero nada mejora.
Saludos y gracias por las visitas.
Publicar un comentario