miércoles, febrero 16, 2005

Haruki Murakami

No tengo ningún libro de este autor japonés, es más, no he leído ninguna de sus novelas, tan sólo un cuento en la red, el cual, debo confesarlo, me capturó desde la primera frase. Pero lo había olvidado. Hace un par de días llegué a la página del Times y ví una crítica sobre la nueva novela Haruki Murakami: Kafka on the Shore. Bueno, ni tan nueva, se publicó en Japón en el 2002, así que la novedad se refiere a la edición inglesa. La castellana espero se dé pronto también.

It's an old story: boy meets girl, girl turns out to be his mother, boy kills father. Sophocles told it 2,400 years ago, as have many authors since. But few have tackled the Oedipal tale with as much wit, verve and retail success as Japan's Haruki Murakami has in Kafka on the Shore. The book sold 550,000 copies in its first month on his home soil in 2002, inspiring a sequel comprised of selections from the 8,870 e-mail critiques Murakami received and his 1,220 replies. Kafka has become a best seller in Germany, South Korea and China, and now the English-language version has become a U.K. best seller.

Ayer que pasé por un local de la librería La Familia, no pude evitar curiosear y encontré tres novelas de Murakami en la colección Andanzas de Tusquets. Supongo que uno de estos días las compraré. Mientras tanto sigo releyendo el relato del que les hablo, que no estoy seguro que sea un cuento, más bien parece un fragmento de una de sus novelas no traducidas al castellano: Dance Dance Dance. Creo que me gusta porque una vez viví algo parecido, no con la actitud del narrador, pero algo así. Les paso unas pocas lineas del relato.

Había una mujer que de vez en cuando se quedaba a dormir en mi apartamento. Luego desayunábamos juntos, y ella se iba al trabajo. Tampoco ella tiene nombre, pero sólo porque no es un personaje de esta historia. Aparece brevemente y desaparece enseguida. Por eso no le pongo nombre, para no liar las cosas. Pero que nadie piense que me la tomo a la ligera. La apreciaba mucho, y la sigo apreciando ahora que ya no está. Eramos amigos, por así decirlo. Era, al menos, la única persona con la que podía decir que me unía cierta amistad. Tenía un novio formal, que no era yo. Trabajaba en una compañía de teléfonos, preparando las facturas con el ordenador. Ni yo le pregunté sobre su trabajo ni ella me contó demasiado, pero creo que era eso. Calcular el monto de las facturas telefónicas de otras personas, preparar los recibos, algo por el estilo. Por eso todos los meses, al ver en el buzón el recibo del teléfono, me daba la impresión de estar recibiendo una carta personal. Además se acostaba conmigo. Dos o tres veces al mes, más o menos. Pensaba que yo había caído de la luna o de algún lugar semejante. ``¿Aún no te has vuelto a la luna?'', me pregunta entre risas. Estamos en la cama, desnudos, nuestros cuerpos muy juntos, sus pechos contra mi costado. Así pasamos muchas noches, charlando hasta el amanecer. El ruido de la autopista no cesa ni un momento. En la radio suena monótona una canción de los Human League. Human League. ¡Qué nombre tan absurdo! ¿Por qué usarán un nombre tan sin sentido? Antes la gente era mucho más moderada a la hora de ponerle nombre a un grupo. Imperials, Supremes, Flamingos, Falcons, Impressions, Doors, Four Seasons, Beach Boys.

Si les gustó, léanlo completo. También les paso otra opinión sobre Murakami y su nuevo libro en el blog Flora y Fauna, que por cierto, nunca había visitado. Y otra opinión en Omnipop que no sé si es un blog o que, pero es parte de Los trabajos prácticos que es parte de Bonk.

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