La reciente película de la serie de Indiana Jones renueva la curiosa afinidad entre estas películas y el Perú. Digo curiosa por lo que esta relación yace entre una suerte de equívocos y extrañas mescolanzas poco propias de un (en la ficción) reputado arqueólogo como Indiana. Quienes hayan visto la primera película: Los Cazadores del Arca Perdida recordarán las escenas iniciales que, supuestamente, se desarrollan en la selva del Perú, pero que iconográficamente remiten a culturas como la Maya y otras. Además, dos de los guías de Indy llevan nombres de pueblos peruanos: Barranca y Satipo. Bueno, la nueva película en la serie: Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal tiene parte de su desarrollo en territorio peruano (aunque en realidad estas escenas hayan sido filmadas en Hawai.) Y como mencioné anteriormente, las inexactitudes geográficas e históricas continúan. Esto, como ya imaginarán, ha sido tema de discusión por parte de varios bloggers peruanos, de cuyos posts intentaré extraer las mejores partes.

Antolín Prieto de Cinencuentro en el post Indiana Jones y el reino de las mentiras del Perú cita una de las metidas de pata que está camino de convertirse en un clásico:

Indiana Jones: Aprendí quechua con Pancho Villa.
Pedro Ortiz Bisso de Notas desde el lado oscuro señala otra en el post Me equivoqué: Indy 4 es una buena película:

Es cierto que hay errores garrafales cuando la trama llega al Perú (¿Nasca en el Cusco?,
Dinorider de El Pensieve de Dinorider en su post Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal: TIO GEORGE USE GOOGLE!! menciona otras más:

Eso sí NO me gustó eso de que acabaran metiendo en medio de la Amazonía un templo alienígena con look maya mezclado con tiawanaku conteniendo restos de Sumeria, Grecia, China, Egipto, Tiawanaku, etc. para que saliera el platillo volador aquel. Sólo faltaba Mel Gibson y el tipo del casco de papel de aluminio. Creo que con Indiana debieron evitar ese tipo de cosas.

A propósito el cuadro de Orellana es el que suele salir en las enciclopedias escolares locales como ¡Francisco Pizarro! Por cierto, las imágenes de Nazca parecían más bien las de un mercado de las alturas de la Sierra con gente vestida con trajes de diferentes sitios de Perú (a grandes rasgos reconocí de Huancayo, Cajamarca, Chincheros, Cuzco) y Centroamérica! hasta la música era ¿ranchera mexicana? Me recordaba en algo al del pueblo de El Zorro. Sólo faltó alguien gritando "Joder! weon, vos sabés que coño fue del pinche wey del libretista po!?"
Roberto Bustamante desde El Blog del Morsa, aparte de proporcionar una buena serie de enlaces a interesantes notas al respecto, comenta en su post Indiana Jones y el cráneo de cristal que la aparición del Perú en la película ha sido desaprovechada por los políticos peruanos:

la visión exotista del Perú (¿por qué Big Meche no dijo nada sobre esto? ¿qué? ¿nadie va a capitalizar la aparición de nuestro querido país en la última entrega de Indy? ¿no que pensaban en grande?)
No todos sin embargo se toman las cosas con humor. A Ronald Vega, un peruano actualmente residente en Bolivia y que lleva el blog Voz Urgente, no le gusto para nada la película y en el post Indiana Jones y la denigración de una cultura lo explica:

Alguien podría decir que el cine es ficción, y como tal no esta en la obligación de estar estrictamente ligado a la historia de los hechos que narra, y claro, tendría razón, pero no deja de resultar algo sumamente curioso que siempre los discursos al respecto sean elaborados en ciertas partes del mundo y construyan una imagen, con clara intencionalidad, sobre personas de ciertas “otras” partes del mundo. Pero más allá de estas inconexiones ex profesas presentadas en la película, está un asunto de fondo. La deslegitimación del conocimiento histórico y ancestral producido en esta parte del mundo. Claro, el hombre occidental, con la historia soplando a su favor durante siglos, al pertenecer a civilizaciones como Grecia y Roma que alcanzaron altos niveles de desarrollo, sí fue capaz de realizar grandes y complejas construcciones para su época, construcciones que hasta hoy continúan asombrando al mundo, pero, el hombre andino – amazónico, el hombre perteneciente a aquellas culturas americanas que por carecer de escritura (Que sí la tenían pero resultaba incomprensible para la concepción del colonizador), en el caso Quechua Aymará, fueron condenados a la postergación histórica, ellos, esos hombres no pueden ser capaces de crear, de construir su propia cultura, su propio conocimiento, y es por eso que, en la película y muchos otros textos producidos por occidente, la construcción de todo este conocimiento se relaciona con seres de otros mundos, con extra terrestres, negando así el reconocimiento a la sabiduría de las culturas americanas, la misma que en gran parte fue destruida durante el proceso de colonización.
Carlos Quiróz de Peruanista hace incapié en el racismo que ve y comenta en su post Indiana Jones movie about Peru is boring and racist:

Esta película presenta al Perú como un lugar miserable para vivir. Quizás muchos norte americanos que nunca van al extranjero puedan pensar que somos así: La ciudad de Nasca con un desastroso aeropuerto y pollos corriendo por ahí, y la bella Cusco con un sucio y desagradable mercado con gente loca tirada en el barro de calles asquerosas. Y de alguna manera los dos sitios son el mismo.

No pudo evitar pensar en el racismo luego de ver a gente cobriza presentada por esta película de un modo tan ofensivo, no una sino varias veces. Somos los malos por supuesto, y al final del film y luego que Indiana Jones logra reunirse con su familia -incluyendo un hijo que nunca había conocido- se casa en una iglesia blanca llena de gente blanca. Era la escena victoriosa luego de vencer a las malvadas y oscuras criaturas,
Un conocido crítico de cine, Alberto Servat, escribe el post Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal en su blog La Soga, del cual reproduzco parte del comentario de Daniel de entre los muchos comentarios que los lectores han dejado en él:

¡Cuando mencionaron a Perú la gente aplaudió! Todo iba bien hasta que sonó la música mexicana en el mercado inca. Allí la emoción de la audiencia se desplomó y empezaron los susurros de críticas a detalles. Ojálá que para la versión en DVD corrijan ese error.
En una vena más informativa, Arturo Gómez de Amautucuna de Historia nos da algunos datos sobre la existencia de un cráneo en piedra en su post ¿Calavera de cristal en el Perú?:

las calaveras de cristal de cuarzo no son peruanas y ni siquiera son originalmente mexicanas. Pero ¿existen reales calaveras líticas en el Perú? Recuerdo que durante las excavaciones hechas en la Huaca Huallamarca en Lima, la arqueóloga Clide Valladolid y su equipo descubrieron en 1992 o 1993, una pequeña calavera tallada en piedra (¿sería cuarzo lechoso?, no recuerdo bien). Clide me la enseñó por esos años y estaba muy contenta con el hallazgo. Lamentablemente no se publicó nunca un estudio de la misma y no podría asegurar a que cultura pertenece. Así, que después de todo, el Perú tiene una calavera tallada en piedra original. Si quieres verla, está en exhibición en el Museo de Sitio Huallamarca ubicado en la Av. Nicolás de Rivera 201 a espaldas del Centro Comercial Camino Real, San Isidro.
Y para terminar queda muy bien la opinión que da Jorge Moreno de El Reportero de la Historia en el post Jones es Heston, Heston es Jones:

sigo sin entender a muchos que critican acremente las inexactitudes culturales e históricas de la película, olvidando que se trata sólo de una película de acción y aventuras, puro divertimento. Tomarse en serio al doctor Jones resulta no sólo una tontería, sino también arrebatarle al cine el aspecto mágico y de ensoñación que tiene. Se va al cine a ver este tipo de películas para divertirse, a pasar un buen rato, con la novia o con los hijos, a disfrutar con aventuras y situaciones que por inverosímiles resultan atractivas, sugestivas, contagiante. Pretender querer aprender en ellas arqueología o historia es tan tonto como aquello de descalificar los libros, y películas, de Harry Potter con el argumento de que en ellos los niños aprenden hechicería. Una reverenda tontería que olvida que el mundo de fantasía que ellos presentan sólo está ahí para entretener y no para enseñar nada a nadie.

La imagen ha sido obtenida de /Film.

3 comentarios:

peregrino dijo...

Es que una cosa no se contrapone a la otra, es cierto que ese tipo de películas son para el entretenimiento y no para extraer conocimientos valiosos de ahí; sin embargo, no es menos cierto que, la mayoría de las personas guardan el recuerdo de lo visto como cierto, sobretodo aquellas personas que no tienen acceso a información diferente.

Ahora no debería sorprendernos en lo mas mínimo ya que esa película expresa la visión yanqui de Latinoamérica, todo lo que está debajo del Rio Grande es México y por lo tanto deben ser todos iguales, si pues, la falta de cultura (en una encuesta realizada en las escuelas de USA el 53% de los estudiantes no podían ubicar a USA en el mapamundi) es un tema que nos afecta ya que de algún modo nos totaliza sin tener el menor respeto por las características particulares de cada uno.

Da miedo que ese centro de poder sea tan miope.

Nos leemos.

adso = peregrino

Dinorider d'Andoandor dijo...

era de esperarse que calentara fuegos la película, en el cine yo mismo vi a la gente pasar de un yEEEE! a un What the fuck!

gracias por la compilación como de costumbre

Daniel Salvo dijo...

Hace unos años, Shirley McLaine filmó una película en el Cusco, donde afirmaba que, en una vida anterior, fue una princesa incaica, residente en Machu Picchu. También se decía en esa película que Machu Picchu era obra de extraterrestres (además de Von Daniken). Tengo entendido que el INC protestó por esta parte del argumento, que fue cambiado a una version mas acorde con la historia que todos conocemos (que excluye a los ovnis, atlantes, etc.).
En mi opinión, se hizo el ridículo. Una pelicula,un libro, una historieta es ya un mundo aparte, una ficción, un universo en si mismo. Lo que pase ahí tiene sentido en si mismo,y ahi queda.
Dudo mucho que realmente haya alguien que, al ver Indiana 4, dude sobre si Nazca queda en Cusco o si Pancho Villa hablaba quechua. Si es un espectador no-peruano, se olvidará del asunto en cuanto acabe la película, así como nosotros nos olvidamos del Arca Perdida, las piedras de Shankara o el Santo Grial. Y si es peruano, a lo más que debería dedicar el pensamiento es a reirse de la ramplonería de los gringos a la hora de armar sus historias. El más perjudicado por esta película es el personaje de Indiana Jones. Hasta lo hacen casarse con una tía guatona y con cara de loca... Eso me preocupa más que las inexactitudes históricas de una película cuyo objetivo no es ser un documental.