Philippe Descola, es un antropólogo francés, catedrático del prestigioso Collège de France y autor entre otros libros de Más allá de la naturaleza y la cultura. Estudioso de pueblos primitivos, como es el caso de los jíbaros del Ecuador (también se les encuentra en el Perú), fue entrevistado por Luisa Corradini para el diario argentino La Nación. Elijo algunas de las preguntas y respuestas, cosa difícil por lo fluída de la conversación en una por otra parte bastante didáctica entrevista, en la cual lo referido a un tema como el del Comercio Internacional, fue algo que no esperaba oir en boca de un antropólogo.
¿Su crítica a la separación obsesiva practicada por el hombre moderno entre naturaleza y cultura quiere decir que el antropólogo más célebre de Francia es un animista?
No soy un animista, porque vivo en una sociedad hiperdesarrollada y participo de ella. Tampoco tengo fobia a la tecnología. Pero estoy convencido de que se rompió el equilibrio mediante la utilización desenfrenada del medio ambiente. Se suele decir que la forma en que se trata a los humanos es un indicador de la forma en que se mira la naturaleza, que nuestras instituciones son el reflejo de la idea que uno tiene de ella. Creo que lo que hacemos con la naturaleza es también un buen indicador de nuestra forma de tratar a los seres humanos y que una actitud depredadora de los recursos naturales tiene como corolario una utilización inhumana de los hombres. No fue una casualidad si la segunda expansión colonial se produjo en plena revolución industrial: las poblaciones colonizadas, relegadas al rango de recurso natural, tenían derecho al mismo trato que el carbón de las minas.
¿Qué aspecto del animismo de los jíbaros podría ser útil a los occidentales de nuestra época?
Negociar tratados sobre la protección de la biosfera o legislar sobre la clonación humana o el maíz transgénico son formas de admitir que nuestra concepción de la naturaleza ha quedado superada. ... Gracias al aumento de las preocupaciones ecológicas, hoy admitimos que las plantas, los animales, los genes, los desiertos, las corrientes marinas o la química de la atmósfera no existen en un universo aparte, yuxtapuesto al nuestro.
¿Eso quiere decir que nuestra evolución nos estaría aproximando a las culturas no occidentales?
Esas culturas nos resultan cada vez menos exóticas. El naturalismo engendró una división impermeable entre ciencias de la naturaleza y de la cultura. ... Desde que comenzó a existir, hace un siglo, la antropología se pregunta por qué diablos ciertos pueblos atribuyen a los animales propiedades culturales que nosotros sólo reservamos a los humanos. ¿Por qué creen que los animales tienen una vida social como la nuestra, preceptos éticos o un alma? La respuesta es que mientras nosotros creemos que la posesión del lenguaje distingue radicalmente a los hombres del resto de los organismos, esos pueblos establecen continuidades.
¿Por ejemplo?
La primera es que lo que percibimos de los animales responde a una ilusión de los sentidos: plumas, pelos, escamas esconden una interioridad cognitiva, afectiva y social idéntica a la nuestra. La segunda idea es que los seres se definen menos por sus propiedades intrínsecas que por las relaciones que mantienen entre sí; es decir, por las posiciones que ocupan en un sistema de interacciones. El cazador amazónico verá en el animal que será su presa a una persona con la cual mantiene un tipo de relación social desde toda la eternidad. Desde esa óptica, se sentirá más identificado con ese animal que con el misionero estadounidense que baja de un avión para explicarle la Biblia. Para un amerindio, tener un cuerpo de hombre no es garantía de humanidad.
¿Pero cómo funcionan las relaciones sociales entre humanos y no humanos en esas comunidades indígenas?
Para los jíbaros, la relación entre hombres y animales se parece a la relación entre parientes por alianza: así como tengo obligaciones con mis suegros, de los que recibí una esposa, también las tengo con los animales, que me dan la carne con la que me alimento.
Para usted, Occidente no se dirige hacia una suerte de animismo. Más bien estaría regresando hacia cierto analogismo.
Nos dirigimos hacia una forma de analogismo planetario. El hecho de que países como China, la India o Japón, que no tienen cosmologías naturalistas, se hayan convertido en potencias científicas y tecnológicas parece indicar que el naturalismo ha sido un paréntesis y que es muy posible fundar el mundo futuro sobre un modelo analógico universal. El problema será cómo hacer funcionar ese vasto colectivo analógico en forma no coercitiva.
¿Ese modelo funciona si se resigna la democracia como fue concebida por Occidente en el período naturalista?
Exacto. ¿Cómo hacer funcionar un sistema que contenga una inmensa masa de seres múltiples si no a través de la coerción política y la disparidad de riquezas? Es el gran desafío al que nos veremos confrontados pronto.
¿La idea le preocupa?
Sí, pues tanto el fascismo como el estalinismo fueron proyectos de reforma del naturalismo por modelos de tipo analógico: totalitarismos donde cada uno debía tener su lugar asignado. Hay que seguir de cerca lo que sucede en China y en la India. También creo que la comunidad internacional terminará dándose nuevas reglas de interacción a través de los grandes organismos internacionales. Hay que estar muy atentos a lo que sucede con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Creo que la OMC es el único organismo que reflexiona simultáneamente sobre la organización planetaria de los humanos y de los no humanos. Esto será decisivo para el futuro del planeta.
¿Usted es optimista?
Hay que hacer lo posible para instalarnos en ese nuevo sistema analógico conservando las ventajas que hemos heredado del naturalismo: los sistemas de gobierno parlamentario, el desarrollo científico, las libertades individuales, la democracia.
Para los interesados, una reseña de su libro Las Lanzas del Crepúsculo, sobre su viaje a las tribus jíbaras, que incluye un download al prólogo de la obra. También un pequeño relato de dicho viaje por parte del propio Descola. Por otra parte Más allá de la Naturaleza y las Culturas: Una nueva dimensión comparativa para la Antropología en la obra de Descola, es un pequeño estudio sobre las propuestas del francés a propósito de uno de sus libros, casualmente publicado en el Perú: Antropología de la Naturaleza.
La fotografía de Descola ha sido obtenida de la web Mollat libraire.
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¿Su crítica a la separación obsesiva practicada por el hombre moderno entre naturaleza y cultura quiere decir que el antropólogo más célebre de Francia es un animista?
No soy un animista, porque vivo en una sociedad hiperdesarrollada y participo de ella. Tampoco tengo fobia a la tecnología. Pero estoy convencido de que se rompió el equilibrio mediante la utilización desenfrenada del medio ambiente. Se suele decir que la forma en que se trata a los humanos es un indicador de la forma en que se mira la naturaleza, que nuestras instituciones son el reflejo de la idea que uno tiene de ella. Creo que lo que hacemos con la naturaleza es también un buen indicador de nuestra forma de tratar a los seres humanos y que una actitud depredadora de los recursos naturales tiene como corolario una utilización inhumana de los hombres. No fue una casualidad si la segunda expansión colonial se produjo en plena revolución industrial: las poblaciones colonizadas, relegadas al rango de recurso natural, tenían derecho al mismo trato que el carbón de las minas.
¿Qué aspecto del animismo de los jíbaros podría ser útil a los occidentales de nuestra época?
Negociar tratados sobre la protección de la biosfera o legislar sobre la clonación humana o el maíz transgénico son formas de admitir que nuestra concepción de la naturaleza ha quedado superada. ... Gracias al aumento de las preocupaciones ecológicas, hoy admitimos que las plantas, los animales, los genes, los desiertos, las corrientes marinas o la química de la atmósfera no existen en un universo aparte, yuxtapuesto al nuestro.
¿Eso quiere decir que nuestra evolución nos estaría aproximando a las culturas no occidentales?
Esas culturas nos resultan cada vez menos exóticas. El naturalismo engendró una división impermeable entre ciencias de la naturaleza y de la cultura. ... Desde que comenzó a existir, hace un siglo, la antropología se pregunta por qué diablos ciertos pueblos atribuyen a los animales propiedades culturales que nosotros sólo reservamos a los humanos. ¿Por qué creen que los animales tienen una vida social como la nuestra, preceptos éticos o un alma? La respuesta es que mientras nosotros creemos que la posesión del lenguaje distingue radicalmente a los hombres del resto de los organismos, esos pueblos establecen continuidades.
¿Por ejemplo?
La primera es que lo que percibimos de los animales responde a una ilusión de los sentidos: plumas, pelos, escamas esconden una interioridad cognitiva, afectiva y social idéntica a la nuestra. La segunda idea es que los seres se definen menos por sus propiedades intrínsecas que por las relaciones que mantienen entre sí; es decir, por las posiciones que ocupan en un sistema de interacciones. El cazador amazónico verá en el animal que será su presa a una persona con la cual mantiene un tipo de relación social desde toda la eternidad. Desde esa óptica, se sentirá más identificado con ese animal que con el misionero estadounidense que baja de un avión para explicarle la Biblia. Para un amerindio, tener un cuerpo de hombre no es garantía de humanidad.
¿Pero cómo funcionan las relaciones sociales entre humanos y no humanos en esas comunidades indígenas?
Para los jíbaros, la relación entre hombres y animales se parece a la relación entre parientes por alianza: así como tengo obligaciones con mis suegros, de los que recibí una esposa, también las tengo con los animales, que me dan la carne con la que me alimento.
Para usted, Occidente no se dirige hacia una suerte de animismo. Más bien estaría regresando hacia cierto analogismo.
Nos dirigimos hacia una forma de analogismo planetario. El hecho de que países como China, la India o Japón, que no tienen cosmologías naturalistas, se hayan convertido en potencias científicas y tecnológicas parece indicar que el naturalismo ha sido un paréntesis y que es muy posible fundar el mundo futuro sobre un modelo analógico universal. El problema será cómo hacer funcionar ese vasto colectivo analógico en forma no coercitiva.
¿Ese modelo funciona si se resigna la democracia como fue concebida por Occidente en el período naturalista?
Exacto. ¿Cómo hacer funcionar un sistema que contenga una inmensa masa de seres múltiples si no a través de la coerción política y la disparidad de riquezas? Es el gran desafío al que nos veremos confrontados pronto.
¿La idea le preocupa?
Sí, pues tanto el fascismo como el estalinismo fueron proyectos de reforma del naturalismo por modelos de tipo analógico: totalitarismos donde cada uno debía tener su lugar asignado. Hay que seguir de cerca lo que sucede en China y en la India. También creo que la comunidad internacional terminará dándose nuevas reglas de interacción a través de los grandes organismos internacionales. Hay que estar muy atentos a lo que sucede con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Creo que la OMC es el único organismo que reflexiona simultáneamente sobre la organización planetaria de los humanos y de los no humanos. Esto será decisivo para el futuro del planeta.
¿Usted es optimista?
Hay que hacer lo posible para instalarnos en ese nuevo sistema analógico conservando las ventajas que hemos heredado del naturalismo: los sistemas de gobierno parlamentario, el desarrollo científico, las libertades individuales, la democracia.
Para los interesados, una reseña de su libro Las Lanzas del Crepúsculo, sobre su viaje a las tribus jíbaras, que incluye un download al prólogo de la obra. También un pequeño relato de dicho viaje por parte del propio Descola. Por otra parte Más allá de la Naturaleza y las Culturas: Una nueva dimensión comparativa para la Antropología en la obra de Descola, es un pequeño estudio sobre las propuestas del francés a propósito de uno de sus libros, casualmente publicado en el Perú: Antropología de la Naturaleza.
La fotografía de Descola ha sido obtenida de la web Mollat libraire.
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