El traductor suele ser un personaje de perfil bajo de quien se acostumbra hablar mal, recuerden si no el popular dicho: Traductor traidor (Traduttore tradittore). Si la traducción es buena, uno ni se acuerda de él, si es mala nos empezamos a acordar de todo su arbol genealógico. Es muy raro que un traductor salte a la fama, menos aún en nuestro entorno. El Comercio publicó ayer 10 de Abril en su suplemento Dominical, una entrevista de Camilo Torres a Gregory Rabassa, uno de los pocos traductores que brillan con luz propia en el mundo literario anglosajón. A continuación unas cuantas de las preguntas y respuestas de dicha entrevista, aunque recomiendo leerla completa.
¿Alguna vez conversó con él (Cortázar) sobre el arte de traducir y los problemas de la traducción?
No, hablábamos de otras cosas. Nuestra relación era amistosa y hablábamos mucho de música, de jazz. Nos reuníamos en una casa cerca de la playa y pasábamos toda la noche con esos discos antiguos de 78. Él además tocaba trompeta.
¿Normalmente los autores a los que usted traduce revisan su versión?
No, Julio sí y Lezama también. Lezama porque era difícil. García Márquez, no. Los problemas de traducción con él no son problemas objetivos, digamos, sino subjetivos que el traductor tiene que resolver, poéticos. No encontraba dificultades de traducción en sí, como en Lezama.
¿Cuando tradujo Conversación en La Catedral le resultó difícil entender las referencias que Vargas Llosa hace a la cultura peruana?
No tanto, yo tenía una idea, había hablado con peruanos, tenía una idea de lo que estaba pasando allí. Había estado en Lima dos o tres veces. La dificultad estaba en su estilo, debía tener cuidado con eso, sobre todo con la forma como Vargas Llosa utilizaba los tiempos verbales en la narración: presente, pasado, pluscuamperfecto. Hay un juego de tiempos en la novela. Había también dificultad con ciertas expresiones. La dificultad mayor en esa novela fue el nombre de Cayo Mierda.
¿Cómo lo tradujo?
Cayo Shithead. Porque sencillamente shit en inglés no suena. Puedes llamar a una persona shit pero con su nombre no.
¿Cómo se puede trasladar de una lengua a otra la musicalidad?
Es imposible. Por eso la definición de Robert Frost de la poesía: es lo que falta, lo que se ha dejado cuando ha sido traducida. A veces se puede mantener un sentido poético, pero en ese caso es otra poesía. La traducción es imposible. Se puede traducir el sentido pero ¿qué pasa con el sonido?
Entonces el traductor es una suerte de creador.
Puede serlo pero tiene que tener cuidado y no ser demasiado creador. Aunque a veces hay traducciones que son mejores que el original. Dicen que la traducción de Fitzgerald de Omar Khayyam es superior al original en persa.
Otros artículos sobre Rabassa encontrados en la red: Gregory Rabassa, el traductor del "Boom", The Translator in His Labyrinth y Me and My Circumstance, una especie de autobiografía del propio Rabassa.
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¿Alguna vez conversó con él (Cortázar) sobre el arte de traducir y los problemas de la traducción?
No, hablábamos de otras cosas. Nuestra relación era amistosa y hablábamos mucho de música, de jazz. Nos reuníamos en una casa cerca de la playa y pasábamos toda la noche con esos discos antiguos de 78. Él además tocaba trompeta.
¿Normalmente los autores a los que usted traduce revisan su versión?
No, Julio sí y Lezama también. Lezama porque era difícil. García Márquez, no. Los problemas de traducción con él no son problemas objetivos, digamos, sino subjetivos que el traductor tiene que resolver, poéticos. No encontraba dificultades de traducción en sí, como en Lezama.
¿Cuando tradujo Conversación en La Catedral le resultó difícil entender las referencias que Vargas Llosa hace a la cultura peruana?
No tanto, yo tenía una idea, había hablado con peruanos, tenía una idea de lo que estaba pasando allí. Había estado en Lima dos o tres veces. La dificultad estaba en su estilo, debía tener cuidado con eso, sobre todo con la forma como Vargas Llosa utilizaba los tiempos verbales en la narración: presente, pasado, pluscuamperfecto. Hay un juego de tiempos en la novela. Había también dificultad con ciertas expresiones. La dificultad mayor en esa novela fue el nombre de Cayo Mierda.
¿Cómo lo tradujo?
Cayo Shithead. Porque sencillamente shit en inglés no suena. Puedes llamar a una persona shit pero con su nombre no.
¿Cómo se puede trasladar de una lengua a otra la musicalidad?
Es imposible. Por eso la definición de Robert Frost de la poesía: es lo que falta, lo que se ha dejado cuando ha sido traducida. A veces se puede mantener un sentido poético, pero en ese caso es otra poesía. La traducción es imposible. Se puede traducir el sentido pero ¿qué pasa con el sonido?
Entonces el traductor es una suerte de creador.
Puede serlo pero tiene que tener cuidado y no ser demasiado creador. Aunque a veces hay traducciones que son mejores que el original. Dicen que la traducción de Fitzgerald de Omar Khayyam es superior al original en persa.
Otros artículos sobre Rabassa encontrados en la red: Gregory Rabassa, el traductor del "Boom", The Translator in His Labyrinth y Me and My Circumstance, una especie de autobiografía del propio Rabassa.
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