En el Clarín publican una entrevista a la legendaria iguana. A su edad el tipo sigue rockeando y lo hace mejor que muchos. Si bien su producción es irregular, la crudeza de sus mejores obras, tanto con los Stooges como solista no fue valorada sino con el correr de los años, cuando otros artistas lo reconocieron como una influencia formidable. Un extracto:
Iggy es el sol personificado. Qué caballero es: amistoso hasta la exageración, siempre riéndose. En el escenario: sexo oral, heroína, peleas con los Hell's Angels, rodadas sobre vidrio roto, su (impresionante) pene al aire, él arrojándose sobre la multitud, estrellándose en el piso, perdiéndose y arrastrando al público como ningún otro intérprete de rock. Fuera del escenario: lo mismo. Hoy, la voz estruendosa de Iggy Pop y sus cadencias al hablar me hacen pensar en uno de esos oradores empresariales motivadores. Sólo que, en vez de "¡Cree en ti mismo! ¡Todo está dentro de ti!", lo que dice es: "Con los primeros álbumes de The Stooges, todos decían 'Eso podría haberlo escrito un mono. Mi hijo de cinco años podría tocar eso'. Y ahora los llaman clásicos y yo pienso: '¡Al carajo, váyanse al carajo!'"
Y un extracto de sus andanzas por Buenos Aires: En 1992, la Iguana llenó cuatro Obras entre el 14 y el 17 de agosto bajo la sombra radial de Brick by brick . Pero fue en 1993, y especialmente en sus shows en el desaparecido Prix D' Ami de Belgrano, donde se definió su enamoramiento con Buenos Aires. El espacio exiguo del lugar permitió que su show se pareciera aún más a la performance de un orangután enjaulado, electroshock de por medio. O que fuera un strip tease para íntimos, donde esa piel untada sobre los huesos hinchaba unas venas que se marcaban cual fisuras de volcán. Una de aquellas noches de agosto de 1993 fue que conoció a su novia criolla, Alejandra Carrizo. Una muchacha por la que sufrió al punto de dedicarle uno de sus discos más tristones, Avenue B, en 1999, tras la separación definitiva. El hombre abría el disco recitando "En el invierno de mis 50 años me di cuenta de que estaba realmente solo". En la canción Miss Argentina, describe a Alejandra hablando de "un cuerpo rico en armonía/ una boca cruel como la muerte", antes de contar que a ella le gustan los Stones y los militares.
Iggy es el sol personificado. Qué caballero es: amistoso hasta la exageración, siempre riéndose. En el escenario: sexo oral, heroína, peleas con los Hell's Angels, rodadas sobre vidrio roto, su (impresionante) pene al aire, él arrojándose sobre la multitud, estrellándose en el piso, perdiéndose y arrastrando al público como ningún otro intérprete de rock. Fuera del escenario: lo mismo. Hoy, la voz estruendosa de Iggy Pop y sus cadencias al hablar me hacen pensar en uno de esos oradores empresariales motivadores. Sólo que, en vez de "¡Cree en ti mismo! ¡Todo está dentro de ti!", lo que dice es: "Con los primeros álbumes de The Stooges, todos decían 'Eso podría haberlo escrito un mono. Mi hijo de cinco años podría tocar eso'. Y ahora los llaman clásicos y yo pienso: '¡Al carajo, váyanse al carajo!'"
Y un extracto de sus andanzas por Buenos Aires: En 1992, la Iguana llenó cuatro Obras entre el 14 y el 17 de agosto bajo la sombra radial de Brick by brick . Pero fue en 1993, y especialmente en sus shows en el desaparecido Prix D' Ami de Belgrano, donde se definió su enamoramiento con Buenos Aires. El espacio exiguo del lugar permitió que su show se pareciera aún más a la performance de un orangután enjaulado, electroshock de por medio. O que fuera un strip tease para íntimos, donde esa piel untada sobre los huesos hinchaba unas venas que se marcaban cual fisuras de volcán. Una de aquellas noches de agosto de 1993 fue que conoció a su novia criolla, Alejandra Carrizo. Una muchacha por la que sufrió al punto de dedicarle uno de sus discos más tristones, Avenue B, en 1999, tras la separación definitiva. El hombre abría el disco recitando "En el invierno de mis 50 años me di cuenta de que estaba realmente solo". En la canción Miss Argentina, describe a Alejandra hablando de "un cuerpo rico en armonía/ una boca cruel como la muerte", antes de contar que a ella le gustan los Stones y los militares.
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