Entre las consecuencias de ser elegido premio Nóbel de literatura está la revalorización total de la obra del escritor, la traducción a casi todos los idiomas existentes y la reedición en los que ya existía una traducción previa. En el caso de la escritora austríaca recientemente elegida se han vendido en el mes de noviembre 220,000 ejemplares de sus obras sólo en los países de lengua alemana, y en castellano la editorial Destino ha iniciado la reedición total de sus obras empezando por Deseo, del 89. El diario argentino Página/12 en su suplemento cultural le publica una entrevista de la cual extraigo algo de la introducción y un par de preguntas.
Deseo es la historia del director de una fábrica de papel que, atemorizado por los efectos del sida, regresa al cuerpo de su esposa porque ya no se anima a frecuentar a las prostitutas, (la obra) provocó un notable escándalo, no faltará algún puritano argentino al que se le erice la piel por el lenguaje crudo y el elevado tono erótico con el que la austríaca desmonta los diferentes mecanismos de dominación en el seno de la pareja. Asqueada del sometimiento sexual de su marido, Gerti encontrará en un hombre más joven a un nuevo verdugo (ver aparte). Esta novela, en la que la autora despotrica contra la supuesta liberación sexual, ha sido comparada con Historia del ojo, de George Bataille, por la acidez de su prosa.
–Usted suele denunciar la persistencia del nazismo en la sociedad austríaca. ¿En qué aspectos se da esta permanencia?
–Lo que me interesa por sobre todas las cosas es la crítica del lenguaje, y además mi método de escritura tiene que ver fundamentalmente con la música del lenguaje; trabajo con la acústica, con el sonido de las palabras, y juego con eso; llevo los juegos de palabras hasta su límite más banal, al que no le rehúyo para nada. En este sentido es que también me interesa fundamentalmente la persistencia del fascismo en la mitología trivial, es decir, sus huellas reflejadas en series banales como las telecomedias familiares o en la literatura ligera. También por eso escribí Burgtheater, mi obra sobre una dinastía de actores que se mantienen muy activos durante el nazismo, que incluso participan en películas propagandísticas y que, una vez terminada la guerra, persisten y pueden seguir trabajando como si nada hubiera pasado.
–¿Cómo se siente ante la etiqueta de “escritora feminista”?
–Sí, soy una feminista. No creo que cualquier mujer capaz de pensar pueda ser otra cosa que una feminista. La lucha no es un mero combate contra la supremacía masculina y contra la negativa del hombre a dejar que la mujer participe de la vida pública, como debería ser, sino que es una lucha contra todo un sistema de valores patriarcal, al cual también yo estoy sometida, aun cuando de alguna manera haya podido “imponerme” y ganar premios. En la sociedad patriarcal es el hombre quien tiene el poder de juzgar, y la mujer debe doblegarse ante su juicio porque no ha podido instalar su propio sistema de valores. Sin embargo, el hombre también paga un precio, porque en la casa, en la esfera privada, muchas veces se debe sentir terriblemente subordinado. Y la causa de todo esto se remonta a la negativa de los patriarcas a compartir con la mujer el poder en la esfera pública, el poder hacia fuera, a eso me refiero.
Deseo es la historia del director de una fábrica de papel que, atemorizado por los efectos del sida, regresa al cuerpo de su esposa porque ya no se anima a frecuentar a las prostitutas, (la obra) provocó un notable escándalo, no faltará algún puritano argentino al que se le erice la piel por el lenguaje crudo y el elevado tono erótico con el que la austríaca desmonta los diferentes mecanismos de dominación en el seno de la pareja. Asqueada del sometimiento sexual de su marido, Gerti encontrará en un hombre más joven a un nuevo verdugo (ver aparte). Esta novela, en la que la autora despotrica contra la supuesta liberación sexual, ha sido comparada con Historia del ojo, de George Bataille, por la acidez de su prosa.
–Usted suele denunciar la persistencia del nazismo en la sociedad austríaca. ¿En qué aspectos se da esta permanencia?
–Lo que me interesa por sobre todas las cosas es la crítica del lenguaje, y además mi método de escritura tiene que ver fundamentalmente con la música del lenguaje; trabajo con la acústica, con el sonido de las palabras, y juego con eso; llevo los juegos de palabras hasta su límite más banal, al que no le rehúyo para nada. En este sentido es que también me interesa fundamentalmente la persistencia del fascismo en la mitología trivial, es decir, sus huellas reflejadas en series banales como las telecomedias familiares o en la literatura ligera. También por eso escribí Burgtheater, mi obra sobre una dinastía de actores que se mantienen muy activos durante el nazismo, que incluso participan en películas propagandísticas y que, una vez terminada la guerra, persisten y pueden seguir trabajando como si nada hubiera pasado.
–¿Cómo se siente ante la etiqueta de “escritora feminista”?
–Sí, soy una feminista. No creo que cualquier mujer capaz de pensar pueda ser otra cosa que una feminista. La lucha no es un mero combate contra la supremacía masculina y contra la negativa del hombre a dejar que la mujer participe de la vida pública, como debería ser, sino que es una lucha contra todo un sistema de valores patriarcal, al cual también yo estoy sometida, aun cuando de alguna manera haya podido “imponerme” y ganar premios. En la sociedad patriarcal es el hombre quien tiene el poder de juzgar, y la mujer debe doblegarse ante su juicio porque no ha podido instalar su propio sistema de valores. Sin embargo, el hombre también paga un precio, porque en la casa, en la esfera privada, muchas veces se debe sentir terriblemente subordinado. Y la causa de todo esto se remonta a la negativa de los patriarcas a compartir con la mujer el poder en la esfera pública, el poder hacia fuera, a eso me refiero.
1 comentario:
Hey, q bueno q te animaste a googlear con lo q leiste .. por cierto pongo un par mas de enlaces para compartirlos con todos.
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