El maestro, Marco Aurelio Denegri, lleva una columna semanal en el suplemento Dominical de La República ya de hace un par de meses. Hasta el domingo anterior no la veía tan interesante como sus programas, quizás por la brevedad a la que se vé limitada por razones de espacio. Sin embargo con el artículo de ayer ha recuperado su normal capacidad de tocar temas que otros no se atreven a tocar, por decir lo menos.
En relación presencial, cara a cara, uno puede soportar a otro ser humano dos o tres horas seguidas; y tres o cuatro si éstas no son seguidas, sino espaciadas. Esto rige para las relaciones normales y cotidianas con familiares, amigos y parejas estables. No rige para las relaciones especiales y desorganizantes en que hay pasión, deslumbramiento, admiración, obstinación, arrebato, obcecación y frenesí; verbigracia, el enamoramiento, que implica un régimen atencional completamente anómalo. Tampoco rige para los casos de seres humanos aburridos y patéticamente desprovistos de vida interior que se reúnen horas de horas para mitigar su tedio.
Don Miguel de Unamuno, en su ensayo "Leyendo a Flaubert", dice: "Me ocurre lo que al pobre Flaubert: no puedo resistir la tontería humana, por muy envuelta en bondad que aparezca. Prefiero al hombre inteligente y malo que al tonto y bueno." Y Friedrich Nietzsche, en Ecce Homo, se expresa así: "El trato con seres humanos es para mí una prueba nada pequeña de paciencia." En resumen, hay que tener mucha paciencia y tolerancia y un extraordinario aguante para soportar a los seres humanos.
Y a algunos remedos de bloggers cabría añadir.
En relación presencial, cara a cara, uno puede soportar a otro ser humano dos o tres horas seguidas; y tres o cuatro si éstas no son seguidas, sino espaciadas. Esto rige para las relaciones normales y cotidianas con familiares, amigos y parejas estables. No rige para las relaciones especiales y desorganizantes en que hay pasión, deslumbramiento, admiración, obstinación, arrebato, obcecación y frenesí; verbigracia, el enamoramiento, que implica un régimen atencional completamente anómalo. Tampoco rige para los casos de seres humanos aburridos y patéticamente desprovistos de vida interior que se reúnen horas de horas para mitigar su tedio.
Don Miguel de Unamuno, en su ensayo "Leyendo a Flaubert", dice: "Me ocurre lo que al pobre Flaubert: no puedo resistir la tontería humana, por muy envuelta en bondad que aparezca. Prefiero al hombre inteligente y malo que al tonto y bueno." Y Friedrich Nietzsche, en Ecce Homo, se expresa así: "El trato con seres humanos es para mí una prueba nada pequeña de paciencia." En resumen, hay que tener mucha paciencia y tolerancia y un extraordinario aguante para soportar a los seres humanos.
Y a algunos remedos de bloggers cabría añadir.
3 comentarios:
'Comenta algo, tu aporte es valioso' (con esto nos invitas a comentar tus posteos) resulta entre irónico y desafiante en este contexto.
Paranoias aparte, aunque creo que suena arrogante, también pienso que el trato con seres humanos exige de mucha tolerancia y paciencia. Algunas veces, 2 horas es demasiado, ¿no?
Sí, a veces incluso 2 horas es demasiado. Pero los seres humanos somos contradictorios por naturaleza y solemos caer en lo que criticamos a sabiendas de que acabará mal.
Por otro lado, al final, quizás todas esas brillantes ideas filosóficas no sean más que ruidos de simios deslumbrados por lo incomprensible.
Hay veces que 2 minutos (y no 2 horas) es demasiado. De otro lado, la soledad (la pasiva o la que uno no elige) hace que el ser humano caiga en la necesidad en pasar horas con un tonto bueno (qué aburrido). Muchas veces los patanes son más entretenidos, así como sería más interesante conversar con el diablo que con Dios.
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