martes, octubre 27, 2009

Budapest remembered

Hace unas semanas estando en Iquitos, leí vía un tweet de mi amiga @medeamaterial un post del blog Anchas Alamedas sobre un viaje a Budapest, y como era de esperarse, me hizo recordar mis paseos por esa ciudad y su ambiente, para mi, tan ajeno y a la vez tan atractivo. No quiero dejar que ese post se me pierda en el maremagnum de la twitósfera y comparto con ustedes un extracto del mismo, con el muy particular punto de vista de su autora. Completo lo pueden leer acá: Kósono, Kinga:
Llegamos al Palacio de Buda, el barrio más lindo de toda la ciudad. Es impresionante cómo cambian las cosas con subir una cuesta. Si Praga es la ciudad más linda de Europa, la ciudad de cuentos y princesas, Budapest, sin duda alguna, es la ciudad de los caballeros de los cuentos, los hombres valientes que protegían a esas princesas y construyeron sus ciudades y sus castillos en colinas que daban al Danubio.

Está atardeciendo, pero la vista desde el castillo es impresionante. Realmente impresionante. Creo que es lo más lindo que he visto en toda mi vida. Me conmueve hasta casi las lágrimas. No solo la vista, si no además esta humildad genuina de los húngaros, que hicieron y conservaron una ciudad tan bella, para ellos, no para reyes extranjeros y de fijo, no para impresionar turistas mochileros como yo. Es linda porque la querían linda, no presumida ni artificial.

...

Recorremos las callecitas medievales, tomando fotos de la ciudad que anochece, maravillándome de Parlamento de Budapest iluminado. Nos colamos en la ópera para que yo vea cómo se puede hacer algo muy muy bello y delicado sin caer en los excesos. La ópera está en media pausa y la señora de los tiquetes nos da permiso de entrar a vinear cuando oye que yo vengo de muy, muy lejos. Caminando entra la gente, me maravilla pensar que todos son húngaros. Una simpleza, lo sé. Pero nunca había visto a tantos húngaros juntos en mi vida. Quiero saber qué piensan, qué añoran, con qué sueñan. Quiero saber cómo se ven a sí mismos. Quiero que me expliquen qué es esto, que se siente en los huesos, qué se siente ser húngaro. Pero me acuerdo que no les entiendo.

Caminamos por la calle Andrassy, un bolevard lleno de árboles y de antiguas villas. Kinga me dice que de sus actividades favoritas, es salir a caminar a la calle. Yo aquí entiendo esa manía que solo había leído, de ir a dar paseos citadinos. Aquí, con lugares tan bien cuidados, tan seguros, tan llenos de cosas lindas, se puede. Uno entiende ese gusto. La calle desemboca en el Monumento a los Héores, que conmemora los 1000 años de la fundación de Budapest. A un lado, el Museo de Historia, al otro el del Arte, y atrás, un castillo de princesas donde todos los inviernos se puede patinar en el hielo en el lago artificial.
Es obvio que uno se hace representaciones de los sitios, ciudades que visita, que a veces difieren de la realidad, en poco o en mucho. Ciertamente Budapest es una ciudad hermosa, y es segura comparada con Lima, pero no lo es totalmente, hay de todo, como en todo lugar, y sin embargo coincido con la autora del post citado en muchas de sus impresiones, y es por eso que hago este post.

Los dejo con algunas fotos más a añadir a las tantas ya publicadas. Estas son del Liberty Bridge, uno de los varios puentes que comunican Buda con Pest cruzando el Danubio. Cuando estuve por allá, hace ya más de un año, estaba en reparación, supongo que ahora las obras ya habrán terminado:

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Estas otras fotos son del Great Market Hall, uno de los mercados mas grandes de la ciudad y al cual nunca pude entrar pues cada vez que pasaba estaba cerrado:

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Y esta última es de una Iglesia a la que no llegué a entrar y de la que sólo tengo un par de fotos:

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A ver si alguno de estos días termino de postear las fotos que quedan pendientes aún de Budapest, y sobre todo, de las aquineas, que así dicen que se les dice a las lugareñas de esa ciudad.

Actualización: Caigo en este post de Itzpapalotl, quien por un momento incide en mi opinión de que todo no es color de rosa y lo comparto.
Me pasé el día del otro lado del río, caminando y viendo a otros turistas con curiosidad, visitando una modesta tumba a un enemigo heróico, pensando en un largo laberinto subterráneo de catacumbas heladas, viendo las estatuas de los que fueron valientes ahora verdes, sentados en sus caballos. Pensaba mientras tanto en este artículo que compartió El Oso sobre el alcance de la xenofobia de los Húngaros, que llega a abarcar a minorías aún por existir. Eso en este mismo siglo, en este país de invadidos y agraviados, como si no estuviera la segunda sinagoga más grande del mundo a una cuadra del apartamento donde me voy a dormir.

2 comentarios:

Gabriela dijo...

Siempre he creído que las ciudades del este de Europa tienen un encanto muy propio. Varsovia, Cracovia, Budapest, Praga... ojalá algún día pueda comprobarlo con mis propios sentidos.
Saludos.

Dinorider d'Andoandor dijo...

queeeee bonito