Hace días ya que acabé con El Jardín de Cemento de Ian McEwan, que me pareció bastante buena. Como dije en un post anterior, tiene un toque de absurdo que me gusta, situaciones que en la vida real difícilmente se podrían dar, pero que en el contexto de la novela resultan mas o menos creibles, y no hablo de fantasía ni ciencia ficción. Cuatro hermanos que en poco tiempo quedan huerfanos de ambos padres y cómo desarrollan sus vidas sin ellos, en un aislamiento casi total, o, al revés de la historia bíblica, la narración de un paraiso original tras la muerte de los dioses (los padres). Pero ningún esquema de cuatro palabras puede resumir la experiencia de leer la obra, definitivamente.
Luego agarré Palacio de Fantasía (The funhouse) de Benjamin Appel, una obra poco conocida de CF, que se editó hace un huevo de años en Editorial Cenit. Voy por la mitad, y si bien la historia no es lo que se dice original, la forma de narrarla es agradable, está en clave de humor, y el autor tenía su estilo, lo malo es la traducción y los errores de ¿tipeo? que voy encontrando.
miércoles, agosto 25, 2004
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