Hace unos días la película "
La Teta asustada" de la directora peruana
Claudia Llosa ganó el
Oso de Oro en el
Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, y obviamente la noticia fue bien recibida en los medios dedicados al cine en el Perú. Por ejemplo,
Cinencuentro estuvo ofreciendo una cobertura especial desde antes de darse a conocer los resultados de la premiación. Hay posts de
un día antes del inicio del festival (que incluye el trailer de la película para su exhibición en España), de
la impresión que causó su presentación, de cuando
se le otorgó el premio FIPRESCI,
reseñas de la presentación de la película, de
la conferencia de prensa (incluye video), de
la premiación (con video), un
avance del film, una
evaluación de la Llosa como directora,
videos de Magaly Solier, la actríz principal de la película, cantando, la noticia del
adelanto de la fecha de su estreno en el Perú, y
lo que le dice la Llosa a Alan García, presidente peruano.
De todos los posts mencionados, extraigo una parte de lo que
Juan José Beteta dice a manera de evaluación de la directora Claudia Llosa a partir de lo logrado en su anterior película:
Madeinusa:
Ya Madeinusa exhibía señales evidentes de su potencial cinematográfico y la capacidad de revelar tanto tendencias ocultas como evidentes en la sociedad peruana, respecto al mundo andino. Quizás haya que recordar aquí el diseño de un personaje que, sin abandonar para nada sus valores culturales y su papel ritual, se las arregla para utilizarlo y liberarse de ciertas cadenas que le impone tal tradición. Por un lado, Llosa pone en escena el mito (apoyado en el trabajo de fotografía, vestuario y ambientación), pero, al mismo tiempo, muestra la capacidad de agencia de una mujer para liberarse y cuestionar un orden social opresivo. Esta aparente contradicción es justamente superada por la naturaleza del carnaval (léase, del mito), que permite transitar de la ruptura radical de los tabúes a la restauración del orden, del caos primigenio al cosmos, del morir al renacer, de la tradición a la modernidad. Estamos ante un filme que plantea lo políticamente incorrecto junto a lo políticamente correcto, con respecto al mundo andino y al papel de la mujer.
De allí que para algunos esa cinta resulte racista y ofensiva, mientras que para otros (y me incluyo) muestra la afirmación de una cultura andina desafiante, en su provocadora ambivalencia (y eso es lo novedoso). No es necesario ir hasta Bolivia para observar este renacer étnico, complejo y contradictorio, tanto allá como acá. Basta ver el éxito de líderes electorales tan disímiles como Ollanta Humala y Alejandro Toledo; y las simpatías que despertaron (¿y despiertan?) personajes como Antauro Humala y el general Edwin Donayre, en su momento. Incluso podríamos remontarnos hasta la primera campaña electoral de Alberto Fujimori y recordar su famoso eslogan “un candidato como tú” y la imagen del “chinito” disfrazado de un ekeko andino. Todos ellos estuvieron envueltos en debates nacionales sobre racismo y/o insurgencia antisistémica. Más o menos los mismos tópicos desatados –aunque en realidad profundizados– por Llosa en su opera prima. O sea, que es una película que pisa callos, y fuerte.
Por supuesto otros blogs también han opinado al respecto, tal como Elizabeth Lino quien desde
Te voy a contar se alegra por la noticia y pide más ayuda para el cine y cultura locales:
es necesario resaltar el esfuerzo y el trabajo en soledad y desamparo bajo el cual se llevan a cabo numerosos proyectos culturales en nuestro país. Los creadores (cineastas, documentalistas, escritores, poetas, investigadores, músicos, artistas plásticos, etc) que batallan día a día buscando materializar sus proyectos. Desatendidos totalmente del Estado peruano, sin financiamientos, con centros de estudio en caos increíbles, necesitan que el Gobierno genere puentes para la producción cultural. Una política educativa de oportunidades inclusiva y popular.
Guille de
Pueblo Vruto también
se emociona por el premio y dice:
el Oso de Oro de la Berlinale para "La Teta Asustada" debe ser lo que necesita nuestra incipiente industria cinematográfica nacional para atreverse a crecer abordando narrativas más complejas en lugar de los simples relatos "polémicos" o pseudoestampas criollas. Podríamos contar también con que puede ampliar nuestra visión sobre la década de la violencia en el Perú, algo que no ha logrado hasta ahora el no poco poderoso aparato político-mediático derechohumanista.
Y es aquí donde se desata la controversia, al querer interpretar una película que la gran mayoría aún no ha visto, desde una perspectiva social o política. Por ejemplo, Carlos Quiróz desde
Peruanista no ve con buenos ojos a Claudia Llosa ni a su obra:
Esta película no se trata de la vida de una mujer andina traumada por la violencia interna en Perú, como Llosa vende el cuento en Europa. Es acerca de mostrar la vida de una pianista limeña muy sofisticada, pseudo educada –y bien blanca- y como ejemplo de superioridad, mostrar a la empleada andina, la pobrecita, sumisa, superticiosa. El discurso del filme habla de simpatía indigenista, pero la imagen grita de una mala intención y de burla malosa, de comparación exagerada haciendo un paralelo entre las vidas de ambas.
... como toda folklorista convenida, Claudia Llosa se apropia de las culturas andinas para hacer filmes que impresionen a extranjeros y a ignorantes. A ella no le importan nuestros indígenas peruanos como seres humanos, sino como personajes curiosos y como objeto de burla, de reojo. Al mismo tiempo, ellos los blancos racistas se presentan a sí mismos como regios y buenos, y atractivos, mientras que a nosotros los cobrizos nos ponen brutitos y necesitados, y dependientes de ellos claro.
Luego, en este
otro post añade algo más sobre el hecho de si realmente se realizaron violaciones a mujeres por parte de Sendero Luminoso durante los años del terrorismo en el Perú:
miren como presentan a la película en España: "una historia de las mujeres violadas por Sendero Luminoso". Estos señores están mintiendo: usualmente SL no violaba a las mujeres, eran los paramilitares, los soldados y policías del estado peruano los que abusaban de las mujeres andinas, y no estoy defendiendo a SL sino seamos honestos aquí.
Esta última afirmación produjo bastantes comentarios en el propio post y posts con respuestas en otros blogs. Fernando Obregón de
Pospost salió al frente
refutando lo dicho:
Sendero Luminoso SÍ VIOLÓ mujeres. Y lo dice el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tal como se señala en el Tomo VI, Capítulo 1.5 llamado "La violencia sexual contra la mujer" que pueden descargar aquí. Que las Fuerzas Armadas o policiales hayan sido quienes hayan cometido mayor número de violaciones NO EXCULPA a Sendero Luminoso y mucho menos para afirmar que "Sendero Luminoso no violaba mujeres". Hacerlo, es negar el holocausto sufrido por la mujer andina peruana durante la guerra interna, pero sobre todo es volver a "violarlas" en su memoria
Aunque hay un problema de lógica y contexto en la afirmación de Peruanista tal como señala Francisco Canaza de
Apuntes Peruanos en su post precisamente titulado
Cuestión de lógica, que parece no haber sido captado por todos, hay también el peligro de caer en una polarización sobre si se está a favor o en contra de Sendero Luminoso, y no sólo eso, si no otros aspectos como si la Llosa es o no racista, es o no pituca u otros. Por ejemplo, este
post (y los comentarios) de
el Utero de Marita queda como una muestra de lo peor de la blogósfera peruana. Y Gustavo Faverón de
Puente Aéreo acusa a Peruanista de
Ceguera Ideológica:
¿por qué es tan fácil, tan simple, para Quiroz, decir que es mentira lo que decenas de mujeres indígenas declararon en terribles testimonios, eventualmente ante grabadoras y cámaras? (1) ¿No es Quiroz un luchador de las causas de reivindicación indígenas y un enemigo de ese mismo racismo que durante siglos ha arrebatado la agencia de los indígenas y ha obliterado sus palabras de los registros de la historia peruana? De pronto, es más importante para él señalar las supuestas falsedades del "enemigo", incluso cuando son verdades evidentes, que condolerse del sufrimiento de las víctimas. ¿Contra qué y a favor de qué está peleando Quiroz? Cuando ya dejó de defender a las mujeres indígenas, su causa deja de ser la lucha antirracista. Está peleando por el status quo de su ideología, por la persistencia de su programa, y está dispuesto a negar todos los datos de la realidad que haga falta echarse abajo para seguir repitiendo sus dogmas.
Toda esta discusión recuerda mucho a lo que se vivió en el país en esos años aciagos del terrorismo. (Ver al respecto este reciente post de Isabel Guerra en el blog
Palabras Van y Vienen (II) :
Una época no tan lejana, una sucinta e ilustrativa crónica personal de aquellos años). Por otra parte, Daniel Salas en
Gran Combo Club trata de explicar otras facetas de la discusión en el post
Antes de ver “La teta asustada” :
Una de las objeciones más escuchadas es que Llosa no tiene derecho a referir la realidad andina porque a) no la conoce y b) porque pertenece a la elite criolla. Pero ya he sostenido que no se trata de referir a ninguna realidad. Hace tiempo que sabemos que el arte no consiste en plasmar una porción de hechos. Es obvio que tal meta es absurda. Para entender bien este argumento, recuerden el imposible mapa borgiano. Sin embargo, hay escritores que quieren que se los juzgue de acuerdo con este criterio: yo sí reproduzco fielmente la realidad; los otros no. En un sentido poco interesante, nadie tiene derecho a representar a nadie y cualquiera puede representar a cualquiera. En otro sentido que sí es interesante, lo que te da derecho a representar a alguien es la relevancia artística de tu representación. No me sirve de nada representar lo que “conozco bien” si el producto es una acumulación de lugares comunes sin mayor gracia y sin el menor interés. En otras palabras, una novela, una película, un poema no van a ser mejores porque se refieren a lo que –según los otros-es lo que te resulta “más auténtico”.
Otros como Javier de
El Lápiz y el Martillo dicen que
No reventemos cohetes:
han vuelto los tiempos en que puedes jugar alegremente con las sensibilidades de un grupo cultural determinado, interpretar sus mitos y leyendas abiertamente, llamarles borrachos, bárbaros e ignorantes sin roche, aunque sea solo como leit motiv artístico. No solamente se ha perdido la corrección política con el mundo andino, se ha perdido el amor a la tierra. Los andinos pueden ahora pasar como bobos, miedosos y supersticiosos, como los afroamericanos en las películas clásicas del cine yanqui. (Ah, y también los latinos). Ahora, nuestros indios son, cultural y artísticamente, virtuales extranjeros en una tierra que se ha convertido en pasto de empresas mineras, transnacionales turísticas y experimentos cinematográficos a la peruana. Todos saqueando lo que queda de nuestra cordillera. Y parece ser que a nadie le importa. ¿Exagero? Vean La muralla verde. Otra forma -igualmente criolla, que no pasa ná- de ver nuestro país. Comparen nomás.
Es evidente que el debate recién empieza, y en abril cuando se estrene la película será reactualizado con mayor base. Mientras tanto sólo queda esperar, y desear que la sangre no llegue al río, para lo cual habrá que deshacerse de estereotipos, prejuicios y fanatismos, y de las ganas de crear flames por gusto, of course.
Una versión en inglés de este post en Global Voices:
Peru: Portrayal of Andean Life in Llosa's Movies.
Imagen obtenida del blog
Puente Aéreo.