En La República de ayer, Hugo Neyra se ocupa, a mi forma de ver de una manera exquisita, de Jean Paul Sartre, a propósito de unas opiniones vertidas por MVLL sobre el escritor y filósofo francés, y una conferencia dada sobre Sartre por el propio Neyra no hace mucho. Extraigo lo más directamente referido a Sartre del artículo publicado.
La existencia precede a la esencia. El hombre está condenado a la libertad. Necesitamos de los otros para conocernos a nosotros mismos. Eso es Sartre, un puñado de aserciones sencillas y graves. Que extraigo no de sus obras literarias sino de las filosóficas. ¿Y esos postulados qué quieren decir? ... Quieren decir la propuesta de una moral laica de la libertad responsable. Exista cielo e infierno, o no, el hombre es responsable. Ante los otros hombres. Y no voy a desarrollar aquí el tema del “en sí y el para sí” sartriano. Lo que sí es cierto que no se da un paso en las enciclopedias sin tropezar con las nociones sartrianas. ... Sartre es un escritor y un pensador, y de esa conjunción del decir y del pensar se desprendió, cierto es, una moda, el existencialismo, que en eso lleva razón Mario, se ha desvanecido.
Cada mañana de la vida, cada uno está frente a su libertad. El hombre es novelista de su propia novela. Ante cada acto, cada uno tiene la ocasión de autoconstruirse o destruirse. Sartre llama a esa condena ser libres, “la praxis”, lo que nos hace auténticos o miserables. Hasta Sartre, un millar de filósofos definía al hombre por sus contenidos, las esencias. Para la filosofía existencial, el nórdico Kierkegaard, el alemán Heidegger, y luego Sartre, el hombre primero vive, respira, come, trabaja, miente, o sea existe, y luego su esencia, su verdad o maldad, se precisa en sus actos. No hay naturaleza humana. Los hombres somos eso que hacemos.
A Sartre hay que tomarlo por lo que fue y es. Un filósofo que recurre a la literatura y al teatro para poner a sus personajes ante opciones, ... Lo teatral-narrativo fue recurso en su pluma sin duda brillante, pero que no lo agotan. El verdadero Sartre es dos monumentos que desafían el tiempo. “El ser y la nada”, que es de l939. Y más tardío, “La crítica de la razón dialéctica”, de l960, y póstumo, en l985. Esos ensayos filosóficos son astucia de estilista, se vinculan “post mortem” a nuestras propias perplejidades. Hay un Sartre literatura y moda, ese se ha marchitado. Pero en mí, como en muchos, sigue vigente su filosofía de la libertad. Que extraño que Mario no haya reparado en ello, él, tan sartriano. En el grito de Orestes, por ejemplo, en la escena teatral de “Las moscas”. “Yo he hecho lo que tenía que hacer. No soy ni el amo ni el esclavo, no soy Júpiter, yo no soy sino mi libertad“. ... Se entiende por qué los muchachos y muchachas del 68 francés, decenios después, lo escucharon. “Tienes la palabra, Sartre”, pero añadieron, “sé breve, sé claro”. Es un consejo que se puede extender a muchos. Todos somos Orestes, puesto que no podemos ser Júpiter, inmortales.
Llegué a Sartre primero mediante sus obras literarias y años después regresé a él mediante sus obras de filosofía. Nunca me defraudó. Sus escritos exigen del lector es cierto, pero eso lejos de desanimarme me resulta un acicate. Si alguien quiere darle una ojeada, La Nausea y Las palabras, son buenos libros. El ser y la nada también. Y a que viene tanto Sartre dirán uds, pues estamos en el Año Sartre, 100 años de su nacimiento se conmemoran este 2005. El diario argentino Clarín presenta con este motivo varias opiniones sobre él, lo mismo hace Página12. Y de yapa una artículo que me pareció muy bueno: Sartre entre nosotros (Apuntes sobre El siglo de Sartre, de Bernard-Henri Lévy) de Guillermo Fadanelli.
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La existencia precede a la esencia. El hombre está condenado a la libertad. Necesitamos de los otros para conocernos a nosotros mismos. Eso es Sartre, un puñado de aserciones sencillas y graves. Que extraigo no de sus obras literarias sino de las filosóficas. ¿Y esos postulados qué quieren decir? ... Quieren decir la propuesta de una moral laica de la libertad responsable. Exista cielo e infierno, o no, el hombre es responsable. Ante los otros hombres. Y no voy a desarrollar aquí el tema del “en sí y el para sí” sartriano. Lo que sí es cierto que no se da un paso en las enciclopedias sin tropezar con las nociones sartrianas. ... Sartre es un escritor y un pensador, y de esa conjunción del decir y del pensar se desprendió, cierto es, una moda, el existencialismo, que en eso lleva razón Mario, se ha desvanecido.
Cada mañana de la vida, cada uno está frente a su libertad. El hombre es novelista de su propia novela. Ante cada acto, cada uno tiene la ocasión de autoconstruirse o destruirse. Sartre llama a esa condena ser libres, “la praxis”, lo que nos hace auténticos o miserables. Hasta Sartre, un millar de filósofos definía al hombre por sus contenidos, las esencias. Para la filosofía existencial, el nórdico Kierkegaard, el alemán Heidegger, y luego Sartre, el hombre primero vive, respira, come, trabaja, miente, o sea existe, y luego su esencia, su verdad o maldad, se precisa en sus actos. No hay naturaleza humana. Los hombres somos eso que hacemos.
A Sartre hay que tomarlo por lo que fue y es. Un filósofo que recurre a la literatura y al teatro para poner a sus personajes ante opciones, ... Lo teatral-narrativo fue recurso en su pluma sin duda brillante, pero que no lo agotan. El verdadero Sartre es dos monumentos que desafían el tiempo. “El ser y la nada”, que es de l939. Y más tardío, “La crítica de la razón dialéctica”, de l960, y póstumo, en l985. Esos ensayos filosóficos son astucia de estilista, se vinculan “post mortem” a nuestras propias perplejidades. Hay un Sartre literatura y moda, ese se ha marchitado. Pero en mí, como en muchos, sigue vigente su filosofía de la libertad. Que extraño que Mario no haya reparado en ello, él, tan sartriano. En el grito de Orestes, por ejemplo, en la escena teatral de “Las moscas”. “Yo he hecho lo que tenía que hacer. No soy ni el amo ni el esclavo, no soy Júpiter, yo no soy sino mi libertad“. ... Se entiende por qué los muchachos y muchachas del 68 francés, decenios después, lo escucharon. “Tienes la palabra, Sartre”, pero añadieron, “sé breve, sé claro”. Es un consejo que se puede extender a muchos. Todos somos Orestes, puesto que no podemos ser Júpiter, inmortales.
Llegué a Sartre primero mediante sus obras literarias y años después regresé a él mediante sus obras de filosofía. Nunca me defraudó. Sus escritos exigen del lector es cierto, pero eso lejos de desanimarme me resulta un acicate. Si alguien quiere darle una ojeada, La Nausea y Las palabras, son buenos libros. El ser y la nada también. Y a que viene tanto Sartre dirán uds, pues estamos en el Año Sartre, 100 años de su nacimiento se conmemoran este 2005. El diario argentino Clarín presenta con este motivo varias opiniones sobre él, lo mismo hace Página12. Y de yapa una artículo que me pareció muy bueno: Sartre entre nosotros (Apuntes sobre El siglo de Sartre, de Bernard-Henri Lévy) de Guillermo Fadanelli.
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1 comentario:
Hace muchos años, cuando empezaba a leer filosofía, uno de mis primeros encuentros fue con Sartre.
Agradezco al destino que esos años hayan quedado atrás. Cuánta mentira, hipocresía y falsedad. Sartre es uno de los grandes mentirosos del siglo XX
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